Carta a la mujer colombiana

Entre los títulos que suele darme la gente que me sigue, el que prefiero es el de "madre" o "mamá", como familiarmente se me llama. Y lo prefiero porque esa palabra dulce, la primera que el ser humano aprende a pronunciar, me hace sentir de manera rotunda mi condición de MUJER, de la que estoy absolutamente satisfecha y orgullosa.

Haber nacido mujer es uno de los dones conque Dios en su bondad quiso dotarme. Y porque pienso así es que quiero dirigirme de manera especial a las mujeres de mi Patria, para decirles que es hora de que despierten, de que adquieran conciencia de su importancia, de las capacidades que poseen y que las facultan para desempeñar los cargos y las posiciones de mayor responsabilidad.

No se trata de caer en falsos feminismos de pancarta que algunos grupos de mujeres preconizan, precisamente, porque se sienten inferiores al hombre, y la única manera que encuentran para compensar esa inferioridad es atacando a quien debe ser mirado siempre como el compañero y nunca como el adversario o enemigo.

La mujer que de veras es capaz de superarse no ataca al varón porque sabe que sin él , no habría sido posible el milagro de su propia existencia; y , que así como el Hacedor en su sabiduría hizo al hombre y a la mujer igualmente partícipes en el proceso vital, así en todas y cada una de las actividades y etapas de a existencia ambos tienen que marchar únidos, compartiendo por igual el trabajo, el sufrimiento, la esperanza y la alegría.

Es por eso que mi propósito en la política será el de acabar con el absurdo concepto de paridad, que ha llevado a que se dividan las responsabilidades entre liberales y conservadores y no entre hombres y mujeres, como es lo natural y lo lógico.

Yo deseo a toda costa implantar la verdadera paridad que Dios mismo estableció desde el Paraíso terrenal al crear al hombre y a la mujer para que dieran origen al género humano. Creo firmemente que la mujer puede y debe asumir sus responsabilidades en los destinos del país, y que si hay doce ministerios, seis deben ser desempeñados por hombres y seis por mujeres, si hay ochenta embajadas, cuarenta de las mujeres. Esa es la única forma de paridad justa y la única en que creo.

Si nos quejamos de que los hombres nos han subestimado y criticamos la forma como ellos han asumido las funciones directivas por tantos años, ¿por qué no dedicarnos a estudiar, a utilizar nuestra capacidad para compartir esas responsabilidades, para ayudarle al hombre a sacar adelante nuestro país y llegar a ser así la compañera que él necesita? COMPAÑERA es una palabra muy hermosa, llena de generosidad. Viene de compartir, y compartir es ayudar.

Vamos , entonces , a tratar de ser verdaderas compañeras y no rivales ni enemigas nuestros hombres. Vamos a tratar de ayudarlos en todos los campos y en la mejor forma que nos sea posible. Así podremos merecer cada vez más su afecto, su aprecio, su respeto. y sobre todo, estaremos cumpliendo con el deber de construir juntos un mañana mejor para nuestros hijos.

REGINA LISKA