Cómo quisiera tenerte día y noche, besar tus labios y acariciar tus manos, fundir tu piel sobre la mía y derramar tu espíritu, sobre mi corazón henchido. Cómo quisiera dejar esos prejuicios de mujer madura y enamorada como adolescente. Cómo quisiera darte lo que jamás has obtenido, ese amor sublime, abnegado y a la vez ardiente con esa entrega que se hace libremente y ese deseo de transportarte a las estrellas. ¡Oh amor! que en tal mal momento llegas por un camino sembrado de espinas y cosas bellas que al amanecer se cubre de rocío y al anochecer estira sus espinas punzando, al igual que el puerco espín a su enemigo. REGINA LISKA |